Como músico, he tenido la oportunidad de observar diversos talentos. Vivo en un país que, al igual que muchos otros en Latinoamérica, cuenta con grandes figuras en el ámbito musical. Desde pequeño, al estar inmerso en el mundo del arte, recuerdo a un profesor de teatro que nos dijo: «Si ustedes no transmiten lo que sienten y no causan un efecto en el público, es por gusto que suben a un escenario».
Tomé esto como un principio que ha guiado mi vida: hacer que las cosas valgan, que cada experiencia y conversación despierte algo en los demás. En el mundo de la música, siempre he querido transmitir emociones, que el público se lleve algo consigo. Por ello, dejaba todo en el escenario. Para algunos, tal vez eso era bueno; para otros, no lo sé. Lo que realmente me importaba era desbordar mis emociones y compartirlas.
Aunque no he hecho de la música mi profesión principal, siempre he buscado mejorar hasta el día de hoy. No he llegado a ser un «virtuoso» en la velocidad de ejecución de mi instrumento. Un día, reflexioné sobre cómo, para cualquier cosa virtuosa que intentara, siempre había un niño en Oriente más virtuoso que cualquiera. Al ver videos, descubres cada vez más demostraciones de prodigios, uno igual al otro, hasta el cansancio.
Como músico, también tienes influencias, y eso nos lleva a admirar e imitar a otros en nuestros primeros pasos. Quería ser como Jimi Hendrix o Stevie Ray Vaughan; este último llegó a ser alguien a quien amaba, pero ahí me di cuenta de que estaba equivocado al intentar ser como él.
La pregunta que me hice fue: ¿Realmente quiero esto? ¿Vale la pena? ¿Qué me hará diferente?
En un mundo donde los consumidores están cada vez más informados y son más escépticos, la autenticidad se ha vuelto crucial. Las marcas que se presentan de manera genuina y transparente tienden a ganar más confianza. No son solo los productos o servicios los que crean una conexión, sino los principios fundamentales de la marca. Los consumidores modernos a menudo buscan alinearse con marcas que comparten sus valores.
Hoy en día, no se trata simplemente de «atraer clientes»; hablamos de crear relaciones. Vivimos en una era de sobrecarga de información y opciones. Las marcas que logran establecer una conexión emocional a través de la autenticidad y valores compartidos tienen una ventaja sobre las demás.
En tu escala, en tu mercado, en el nivel en el que te encuentres, solo ama lo que haces y disfruta del camino hacia lograrlo. Siempre aplico esto: si no transmites lo que sientes y no causas un efecto en tu entorno, pasarás al olvido.
